Un verdadero creyente o a una verdadera creyente no deben, cuando Dios y Su Mensajero hayan dictaminado un asunto, actuar en forma contraria. Quien desobedezca a Dios y a Su Mensajero se habrá desviado claramente.
Un verdadero creyente o a una verdadera creyente no deben, cuando Dios y Su Mensajero hayan dictaminado un asunto, actuar en forma contraria. Quien desobedezca a Dios y a Su Mensajero se habrá desviado claramente.