31. Pregúntales (¡oh, Muhammad!): «¿Quién os da sustento procedente del cielo y de la tierra?, ¿o quién os ha concedido el oído y la vista y hace surgir lo vivo de lo muerto y lo muerto de lo vivo y tiene el control de todas las cosas?». Contestarán: «¡Al-lah![344]». Diles entonces: «¿No Lo temeréis, pues (obedeciéndolo y absteniéndoos de todo lo que os ha prohibido)?».
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[344] Los idólatras contemporáneos del Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— reconocían a Al-lah como la divinidad suprema y como el único Creador, pero tomaban ídolos como intermediarios para que estos los acercaran a Al-lah. Esta práctica es parecida a la que muchas personas realizan en algunas religiones al dirigir sus súplicas a santos, estén vivos o muertos, para que intercedan por ellos ante el Creador, ya que el hecho de dirigir las súplicas hacia alguien es la manera más clara de mostrarle adoración.