37. Y (recuerda, ¡oh, Muhammad!) cuando dijiste a quien Al-lah agració (guiándolo al islam) y a quien tú favoreciste (liberándolo de la esclavitud y educándolo como a un hijo)[808]: «No divorcies a tu esposa y teme a Al-lah». Y escondiste en tu interior lo que Al-lah iba a manifestar (tu futuro matrimonio con ella), y temías lo que la gente diría, cuando Al-lah es más digno de ser temido. Y cuando Zaid se hubo divorciado de ella, te la dimos a ti como esposa para que los creyentes supieran que no incurren en falta alguna si se casan con las esposas de sus hijos adoptivos tras haberse divorciado estos de ellas. Y lo que Al-lah ordena debe cumplirse.
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[808] Se refiere a Zaid bin Harizah, de quien ya se habló en la nota de pie de la aleya 4 de esta misma sura. El profeta Muhammad —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— lo liberó de la esclavitud y lo adoptó como hijo antes de que la adopción estuviera prohibida. Después este se casó con Zainab bint Jahsh, prima del Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz—, mas al cabo de poco tiempo surgieron problemas en el matrimonio y Zaid quiso divorciarse de ella y se lo comentó al Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz—, quien le aconsejó que no la divorciara. Para aquel entonces Al-lah ya le había revelado que Zainab sería esposa suya para demostrar a los creyentes que no era ningún pecado casarse con las exesposas de los hijos adoptivos —cosa que estaba prohibida según la tradición árabe pagana— porque estos no son hijos verdaderos.