7. »Cada vez que los invitaba a que les perdonases sus pecados, se tapaban los oídos con los dedos, se cubrían la cabeza con sus ropas (para no oír), y persistían en su incredulidad llenándose de soberbia.
7. »Cada vez que los invitaba a que les perdonases sus pecados, se tapaban los oídos con los dedos, se cubrían la cabeza con sus ropas (para no oír), y persistían en su incredulidad llenándose de soberbia.