7. Y recuerda (¡oh, Muhammad!) cuando Al-lah les prometió que uno de los dos objetivos (la caravana o la tropa enemiga) caería en sus manos[276]. Ustedes deseaban que fuera el constituido por el grupo desarmado (la caravana), mientras que Al-lah quería que se cumpliera Su promesa de hacer triunfar la verdad (el Islam) y acabar con quienes rechazaban la verdad.
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[276] Cuando los creyentes salieron con el Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— para Badr, no sabían que iban a combatir. Su intención era asaltar la caravana de un rico mercader, Abu Sufian, líder de los incrédulos de La Meca, para recuperar los bienes que habían dejado atrás en su ciudad cuando emigraron a Medina y que los idólatras habían confiscado. No obstante, los planes de Al-lah, el Altísimo, eran otros, como refleja la aleya. Un ejército había salido de La Meca para proteger la caravana de Abu Sufian, y Al-lah reveló al Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— la orden de dejar pasar la caravana y atacar el ejército, decisión que no fue del agrado de todos los creyentes.


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