52. Y no eches[209] (de tus asambleas a los débiles y pobres de entre los creyentes) que imploran y adoran a su Señor por la mañana y por la noche buscando Su beneplácito. No te corresponde pedirles cuentas de lo que hacen, ni a ellos les corresponde pedirte cuentas de lo que tú haces. Y si los echaras, serías, entonces, de los injustos.
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[209] Los idólatras de La Meca solían denigrar a los pobres de entre los creyentes y le pedían al Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— que los echara de sus asambleas para que ellos pudiesen asistir. Como el Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— deseaba que los poderosos idólatras se convirtiesen al Islam, podía verse tentado a cumplir sus deseos; por ese motivo, Al-lah le advierte en esta aleya que sería injusto si lo hiciera.


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